Perfiles Psicológicos (La realidad nos acosaba)

 


- ¿Usted cree eso, doctora?

- Sí, pero no se preocupe, la verdad es que varios acá tienen la misma impresión sobre ellos mismos y así se los he hecho saber – le pedí disculpas a Romeo, me acababan de llamar y tomé mi teléfono para ponerlo en silencio.

- Es que me parece que usted ve cosas sobre mí, que yo no veo, posibilidades de algo que yo no tengo claro. Todos tenemos demonios.

- Y de eso se trata – le di una palmada en el hombro izquierdo y lo dejé irse. Luego tomé mis auriculares, quedaban diez minutos antes de que entrara Enrique, me daba tiempo de escuchar dos canciones, y sonaron ‘Mentiras piadosas” de Joaquín Sabina y “Tu silencio” de Bebe. Era mi primera sesión oficial con Romeo, y sí, también presenta síntomas infundados de problemas con su autoestima (lo cual parece una plaga en este sitio).

Entonces entró Enrique, con cara de entierro, con espasmos, con agravios por esas cosas que se salen de control en su vida, por los fantasmas a los que teme enfrentarse cara a cara, porque hay quienes tratan de escapar del amor y el deseo, como si ser humano fuera un delito. Como si acaso Dios pudiera juzgarnos, ya había prometido no volver a acabar con la humanidad (Génesis 9,11) y es por su nombre, que se han cometido la mayor cantidad de crímenes (pregúntale a la Santa Inquisición). Enrique dice que le doy bofetadas de realidad y tiene razón, lo hago con plena conciencia, porque las cosas a veces necesitan entrar sí o sí.

- Sandra, ese reporte suyo, es pequeño, pero complicado.

- Por eso no me gustan las cosas chiquitas, nunca funcionan – le dijo Sandra a Isabel, quien desertó de la conversación antes de meterse en cosas de adultos.

El pobre Nicolás hizo acto de presencia de manera solitaria en la esquina, junto al silencio imperialista. Sandra, Vinicio y Enrique, decidieron cambiar sus días, Vinicio vino ayer, Sandra y Enrique vendrán en días posteriores de la semana. Nicolás acudió como abanderado de una fracción que parece destinada a caer, como un viejo partido político. Con Fabián como legionario, acompañando a Evangeline e Isabel, en un área menos ruidosa, no por eso, más normal. Anoche mientras terminaba de acomodar mis cobijas, me escribió Amalia, consultando por una opinión que extendí y le dio curiosidad, dichosa que aún la impulsa la voluntad de acostarse a deshoras de la noche.

Evangeline había llegado con un corte nuevo de cabello y guapa o no, Fabián se sentó junto a ella, para aprender las enseñanzas atrasadas, como un pupilo que acepta que hay cosas que no se pueden aprender en soledad. Lo bonito y lo feo, no tienen cabida cuando la realidad nos toca la puerta de la habitación.

Vinicio también había recordado algo, a la alemana y la venezolana de Cartagena, monumentos dignos de mención, que aquella mañana habían vuelto a su cabeza, en medio de los números que no le cerraban por ningún lado, sentado frente a su computadora desde la comodidad de su casa, hoy tocaba teletrabajo. 

Isabel y Evangeline, le recomendaron a Fabián el ejercicio, sacarle sudor al cuerpo, después de los treinta, el cuerpo requiere ciertos cuidados, años atrás Fabián asistía a spinning, pero esos tiempos ahora se miraban remotos, con esperanzas muy leves de volver. Y comenzó luego Fabián a ver el paso del tiempo a través de fotografías, tan ingratas como alentadoras consigo mismo.

Así, en dos días, tuve cuatro consultas virtuales, con Amalia, Enrique, Romeo y Sandra, siendo las más profundas, emocionalmente hablando, con Romeo y Enrique.

También recibí una noticia que me entristeció. Rebeca puso la renuncia, se irá al cabo de dos semanas. Si no te veo en estos días, espero que lo que hagas en la vida, te salga bien, gente como tú, da gusto conocerla.


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