Holly


El tipo era simpático, y daba la curiosa coincidencia que en el vuelo de ida a Buenos Aires también iba él, pero entonces no habíamos trazado palabras, quizás no nos tocaba aún. Estábamos a un asiento de distancia, él en el campo que da a la ventana y yo en el pasillo.

- ¿Cómo le fue con las reuniones? - me volteó a ver con cara de intrigado, de asombro.

- Disculpe.

- Lo siento, es que coincidimos en el vuelo de ida y sin querer, escuché que tenía algunas reuniones - entonces sonrió algo aún más confuso.

- Un poco cansado, pero ahorita estoy bien.

- Eso es bueno - yo llevaba el cabello amarrado, una blusa blanca y un pantalón negro, entonces le di mi nombre.

- Jordan, un gusto. 

Quince minutos después, estábamos los dos riendo a más no poder, él me miraba y nos cruzamos sonrisas como chiquillos de escuela, de esos que no quieren que los descubran. Yo estudio laboratorio y él trabaja en finanzas, dos ciencias diametralmente opuestas, y sonríe bonito, yo estaba cómoda, tanto que me solté el cabello para dejarlo libre porque así me siento más linda. Se quedó contemplando a aquella mujer con el cabello suelto, como si acaso yo fuera un ángel que lo acompañaba en aquel vuelo. La verdad es que no creí que lo vería a la vuelta, mira que el mundo está tan loco que todo es posible, esto del destino tiene algo de cierto.

- Cuénteme una de esas historias.

Entonces me hizo una seña y me acerqué, empezó a contar una historia de terror, con tanta gracia que le puse atención mientras trataba de adivinar la marca del perfume que aún se le podía notar a esa distancia. Yo que carezco de imaginación le conté un relato tan malo y aún así me escuchó atento. Debía ser unos cuatro o cinco años mayor que yo, dos mundos que se juntaban en la misma galaxia, llevaba un anillo de matrimonio en su mano derecha que no trató de ocultar, no tenía motivos, donde estábamos no existían espías ni detectives, ahí éramos dos polizones escapados de la realidad.

No había necesidad de que aquel vuelo aterrizara, yo quería que anunciaran que había turbulencia, que iban a retrasar el aterrizaje, que las condiciones del clima obligaban a permanecer en las nubes durante un par de horas más. Ya no lo miraba solamente simpático, lo veía guapo, interesante, daba gusto oírlo hablar, y yo trataba de retenerlo en la conversación, recordé aquella canción de Héroes del Silencio que dice "quítate la ropa así está bien", pero hubiera sido una patán si le hubiera dado el beso que quería, si él me lo hubiera dado yo se lo habría correspondido, con los ojos cerrados, no importaba nada, ahí era soltero, y yo era una ilusa que empezaba a pensar en besarlo.

Pero entonces sonó aquella voz anunciando que ya casi aterrizábamos y entre risas intercambiamos números telefónicos, yo le había dado señales para que me besara pero no había leído ninguna, anotó mi número y guardó el contacto como Holly, le comenté sorprendida cómo había averiguado el nombre y me dijo sonriendo que yo era lo más parecido a un ángel que había visto en mucho tiempo y yo reí sin querer. Entonces me dio un beso en la mejilla mientras salíamos y yo lo quería en la boca, pero no me lo dio. Afuera me esperaba mi novio, contento de verme después de los días que estuve fuera, me giré y sin que ninguno de los dos me viera, le mandé un beso suavecito a Jordan. Cinco días han pasado sin que me escriba, el trabajo, su bebé o su esposa se lo habrán impedido, voy a darle dos días más, si no, voy a escribirle yo, para cobrarle aquel beso que no me dio en el avión. 

Comentarios

Entradas populares