Tanto amor que intoxicaba



Tendía las sábanas blancas que nunca estrenaba
las almohadas en que dormía y nunca amanecía,
espantaba los fantasmas de la depresión
todos la llamaban y siempre contestaba "voy".

Vivía al borde de un eclipse
retaba cada noche al confesionario,
conocía siempre el último estreno de los cines
decían que era adicta al buen pecado.

Cambiaba besos por cualquier buen sentido
la tierra prometida era un saludo y un sueño,
yo me confieso de levantar el vuelo
y de una noche jugar a ser su dueño
aunque luego me llamaran pervertido.

Iba pagando apuestas en nombre del amor
en cualquier pensión de esas donde está el olvido,
la última chica de los besos con pasión,
la que tenía tanto amor que intoxicaba;
que pensaba que el firmamento era una ilusión
y era un cuarto que alquilaba.

El amor que intoxica no precisa pedir perdón
ni ocultarse en mentiras ni vivir verdades,
el amor que no vive que salga del colchón
que vengan las lunas que provocan sudores
y te alejan de los buenos modales.

Cogía las faldas y levantaba a los muertos
yo fui testigo de sus bienes raíces,
sus muslos sabían despistar a los necios
probaba de todo lo que los amores
le rociaban en sus narices.

Fue maestra de andanzas y locuras
despertaba a los ciegos y a los curas,
y tenía tanto amor que intoxicaba
tanto amor que contagiaba hasta a la vida,
y tenía tanto amor
que calentaba en la ducha fría,
tanto amor, tanto amor
que despertaba el barrio en que vivía.

Iba pagando apuestas que no debía
en los cuartos de casas que conocía,
la última chica de los besos con pasión,
la que tenía tanto amor que intoxicaba;
que pensaba que un incendio era sólo excitación
y era un cuarto de amor que se alquilaba.

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