Perfiles Psicológicos (Ludus)

 


Ludus, así define la psicología al amor que busca la aventura y la diversión y en el que la atracción física también juega un importante papel. A veces damos por sentado los pecados de los demás, sus deslices, sus bajezas, es más difícil cuando se trata de juzgarnos a nosotros mismos. La psicología contempla seis tipos de amores, dadas sus caraterísticas propias en cada uno de los casos, puesto que tanto el amor como el resto de sentimientos activan o desactivan dependiendo de la cuestión, diferentes regiones cerebrales, provocando efectos positivos o negativos en el individuo.

Freud considerada en sus estudios que los deseos y las exigencias infantiles nunca se apartan de nosotros, sino que se mantienen a lo largo de nuestra vida, en busca de la manera de ser saciadas. Las pasiones se sufren porque son portadoras taladrantes tanto del deseo que busca satisfacción a toda costa, como del anhelo que ha sido frustrado, por eso sucumbimos como primates ante ciertos deseos pasionales que en ocasiones carecen de explicación para la mayoría.

En alguna isla del Pacífico, de cuyo nombre no quiero acordarme, empezaba aquella expedición, aquella ruta del deseo. El cruce de piernas de Sharon Stone que había hipnotizado al orbe en “Basic Instinct” era para de menores de edad. Sandra y Vinicio (las damas primero) volvían a la tierra del vallenato y el café, pero antes se habían dado una escapada en una isla al Suroeste de Costa Rica, donde Sandra se empalagaba los labios besando a otra chica. No sé qué es peor, si que Sandra me envíe aquellas fotografías de manos sobre las cremalleras que evidencian sus viajes o que yo las escriba, porque cuando el deseo se topa con uno, pasan cosas y hacemos locuras, como echarnos a nadar a mar abierto sin saber hacerlo, solo por curiosidad, por la curiosidad de probar esa boca carnosa, húmeda, como lo hizo Sandra con aquella mujer de la isla. Pero si el paseo anterior había sido un lecho de pecados, este no tenía motivos para ser diferente, la cumbre de ese oasis de sensaciones en la piel, para Sandra y para Vinicio.

Era exactamente las cuatro y ocho minutos de la mañana del lunes, ahí estaba yo, recién duchada observando mis ojeras frente al espejo, con una toalla amarrada al cabello, cuando entró un mensaje al celular. Era Vinicio, con un video, de estos que abres una vez y solo queda en tu memoria porque se borra al instante, con Sandra, ambos disfrutando de los placeres que la juventud goza a esas horas del día.

- Le tengo algo de lo que pasó en la isla, que no se quiere perder – me escribió – pero vinimos relajados esta vez, hay que comportarse.

- Déjele eso a los mojigatos, eso no es para ustedes.

- Sandra se lanzó al mar, según ella a salvar a una chica, pero ella no sabe nadar, dijo que sin un beso no se iba de ahí. Apenas es lunes y todo hombre que pasa, Sandra se lo quiere comer con la mirada. Dice que está disfrutando la soltería. Está disfrutando los placeres de la vida, que ya se le habían olvidado.

- No, eso nunca. Los placeres no se pueden olvidar, hay que recordarlos para cuando uno ocupa motivación.

- Somos demasiado ambiente para estar amarrados.

- Depende como lo amarren... Si es al respaldar de una cama, no creo que haya objeción.

- Así va a terminar Sandra hoy.

Obvio, no viene al caso, pero en la oficina, aun después de unas semanas, parecía increíble el resultado en el concurso de haikus del cual fungí como jurado intelectual. Y sí lo admito, había otro haiku que merecía el triunfo, pero esta vida ocupa un poco de sana diversión. “Evangeline”, se llamaba aquella preciosa obra, pero es el nombre de una de las chicas de la oficina sobre quien escribo a escondidas en estas notas y en modo jocoso, reclamé mis derechos de autor (ya sé que tal cosa no existe en este caso). Con cualquier otro nombre habrían ganado de manera sobrada, pero el nombre es como el amor, no puede compartirse. Prometo no volver a hacerlo.



Comentarios

Entradas populares