El deseo es un arte rupestre


Fui siempre por la maillot amarilla

y tu cara de chiquilla

quiso verme otra vez.


Hubo quorum para amanecer contigo

y ni el tiempo fue enemigo, 

quedamos solos con la desnudez.


Pisa el acelerador que no tengo sueño, 

casi nunca transito como perrito sin dueño

pero esta vez soy tuyo, virgencita cruel. 


Eso es, el deseo es un arte rupestre,

qué importa que tu piel me secuestre

si me llevas a verte por el paraíso. 


¡Al Cielo en taxi! gritaba un cristiano

y tu saliva puso en mi mano

un néctar más dulce que la miel. 

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