Apocalipsis



-¿Qué te parece?- preguntó el Diablo
con una sonrisa entre su cara,
Dios lo miró, siempre aceptaba
nunca decía que no a una apuesta.
-acepto- dijo,y apretaron la mano
en señal de palabra de honor,-pero
esta vez yo pondré las reglas-
el diablo se abstuvo de contradecirlo.

Cada cierto tiempo apostaban almas,
almas al azar que tomaban de una agenda
les divertía el juego sencillo de apostar,
al final el premio mayor era un alma
que ya tendría el destino aprendido.

-Estoy harto de las cartas- sugirió Dios-
prefiero otro tipo de juego esta vez.
-y dime ¿qué se le antoja al Salvador?-
el Diablo conocía las tretas de Dios,
así había perdido muchas almas
en los últimos siglos de juego.

-Te propongo lo siguiente- ambos tomaron asiento
los años no pasan en vano para nadie,
-cada uno traerá dos urnas de oro,
tú traerás las tuyas llenas de todo:
de mentiras, de lujos, de sexo libertino
y demás pecados que encuentres apetecibles,
yo, las traeré llenas de amor,
de amistad, de honradez, de pureza
Y todo lo que es cristalino,
además traeré cuatro ángeles
para que custodien las urnas,
y tú traerás cuatro demonios,
la persona que escojamos elegirá una urna
y así decretaremos al ganador.

-Simple, una elección sencilla- el Diablo tenía fe,
fe en que eran mejor carnada sus armas
fe en que Dios no ofrecía nada apetitoso,
tenía fe.- Ya que tú elegiste el juego
yo elegiré el jugador-.
a Dios le pareció,
él era de la creencia
que todos merecían igualdad de trato….

Una semana después estaban ambos en el salón,
Dios había traído sus urnas y ángeles,
ángeles finamente ataviados para el momento
con trajes blancos y ribetes celestes
cuatro ángeles trajo Dios;
y llegó el Diablo… con urnas y demonios,
cuatro mujeres trajo el Diablo,
vestidas de manera excitante
con encajes negros que mostraban sus atributos;
y entró el hombre…
entró en el Gran Salón del Purgatorio,
un hombre común como tantos
ni más malo ni más bueno,
y habló Dios:

-He ante ti cuatro urnas, cada una de ellas
custodiada por ángeles o demonios,
y en cada una de ellas variedad de contenido,
en las custodiadas por ángeles
encontrarás amor, para ti y tu prójimo,
honradez, sinceridad, valor como persona
y una vida eterna en el Paraíso,
en las custodiadas por las mujeres
quienes en realidad son demonios,
-Dios quiso hacer la aclaración para evitar dudas
dudas que le podrían costar el juego-
hay pecado, sexo desmesurado, placer,
mentiras, traición, y una eternidad en el Infierno,
elige entre ellas la que creas que te dará
la mayor satisfacción,
de entre todas elige una-.

El hombre las analizó, se sintió importante
no todos los días era parte de una decisión
y los interesados eran un dúo especial,
se sentó frente a ellas y las estudió
tanto amor y paz llenarían su alma
pero el pecado y las mujeres llenarían su cuerpo.
al cabo de un rato se puso de pie
y con él, Dios y el Diablo lo imitaron,
estaban impacientes y el hombre habló:

-Diablo, lo que me ofreces es genial,
cualquier hombre se sentiría alagado
tus mujeres son hermosas
y los pecados que me ofreces son demasiados,
pero también ocupo lo bueno
así como lo ocupas tú, para tentarme,
quédate con tus urnas por si cambio de parecer
y decido aceptarlas de una vez.

El Diablo se contrarió, se sintió ofendido
y lanzó un gemido que estremeció

La Tierra y los infiernos,
lanzó blasfemias y maldiciones
y haciendo esto se esfumó.

-Sabía que el bien siempre triunfa- Dios se alegró-
tendrás tu lugar en el paraíso-.
-no he elegido las tuyas- le aclaró el hombre.
-¿perdón?- le dijo Dios algo confuso.
-las tuyas son hermosas,
pero tanto hacer el bien me aburriría,
y tú necesitas que peque, lo ocupas,
sino no tendría razón tu Juicio Final,
por ahora no quiero ninguna urna
ocupo pecar y ocupo el bien,
tú también quédate con tus urnas
y si algún día me decido yo te aviso-.

Se dirigió hacia la puerta y la abrió,
Dios se quedó sin comprender
también a él se le había ido el triunfo de las manos,

quizás volvería a apostar por aquella alma, 
quizás no fuera para ninguno.

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