Antojo a ultrasonido



Tuve un despertar repentino
y las agujas del reloj maleta en mano,
debe ser ese asunto del destino
sin echar al saco.

Caminé por el pabellón de dimes sin respuesta
cien metros después de cada error,
y atravesé la puerta
que se agota en el balcón.

Hasta los muertos se arrepienten
la luna no brilla más que el sol,
cuando tiran la primera piedra
allí me quito yo.

La locura es un antojo a ultrasonido
y cada cosa del destino
una mueca en el molino que aniquila la pasión.

En el reino de los cobardes
donde estuve varias veces,
aprendí que la cobardía es un manual
con instructivo en castellano
para aprender a usar.

Dime hasta luego aunque no asegures tu partida
que no sea esta la despedida,
ni el freno de tu motor,
aunque no nos quede tiempo
pongámosle algo de ilusión.

El primer beso fue un problema
con todos sus buenos ratos,
los de luego la solución,
lo que no habita en la memoria
por más que lo intentamos,
que viva en el corazón.

El amor es un antojo a ultrasonido,
un retrato y no un manchón,
una entrada y la copa de vino
que caduca con la razón.

Lo que quiero yo contigo
es que no caduque mi amor,
lo que quiero yo contigo
es luz para el corazón.

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