Perfiles Psicológicos (Los contextos)



Contextos, justo lo que me faltaba. Dice Vinicio (y siento un no sé ni qué, pero sí sé dónde), que, ahora resulta que yo distorsiono los contextos en los que él dirige sus comentarios. No logro describir lo increíble que me ha parecido este punto de vista y el apoyo de Sandra y Nicolás para esta observación. Sandra, bueno, en dos semanas que vaya de viaje a Cartagena con Vinicio, sé que me dará material de sobra para establecer mi propia enciclopedia. Ya me la puedo imaginar, llenando su maleta con perfumes afrodisíacos y con lencería fina, atrincherada de encajes y transparencias para que el Río Amazonas bañe el imaginario colectivo.

- ¡No, doc!, vieras el material que le tengo, como para diez sesiones - me dice Isabel, señalando a Sandra con su dedo índice.

- ¡Ella juró!

El viaje a Cartagena es conversación de abolengo, al final Enrique no se ha sumado a la aventura, parece que un cruce de fechas dio al traste con su oportunidad de ir a darse un taco de ojo con las reinas de la belleza colombiana y pasará esas fechas en compañía de sus labores diarias, fuera de las tentaciones de la carne sudamericana. 

- Doctora, si espera quince días, puedo traerle todos los chismes de lo que Vinicio haga allá en Cartagena.

- Lo siento Sandrita, pero yo ya negocié con la doctora - se apresura a aclarar Vinicio. 

- Cierto Sandra - le aclaro yo - Vinicio va a ser mis ojos y oídos en Cartagena. 

- Pero doc.. 

- Lo siento Sandra. 

Enrique anda muy risueño, el viernes tenemos sesión y se lo recordé, para que vaya preparando el estimulante para beberlo cuando hablemos a solas. 

Y no pensaba escribir hoy, estaba yo tratando de canalizar mis energías, de acomodar mis focos de tensión, pero esa esquina ha estado terrible el día de hoy. Parecen muchachos de colegio, héroes del rock después de una fiesta en deshoras de la noche. Isabel celebrando aquellas locuras con risas multiusonidos, Sandra esperando que yo mejore su reputación, como si yo fuese un alquimista capaz de convertir el plomo en oro, ¡qué ingenuidad! 

Y Fabián, demasiado silencio, demasiado callado, tanto mensaje en el celular no puede ser con su madre. Pronto averiguaré si las tentaciones o las zonas bajas del amor, están haciendo trecho en Fabián. Nadie pasa tanto tiempo sin pensar en alguien más. 

En tres días, se despide Rebeca de la oficina y si esto no fueran observaciones serias de carácter profesional, yo la habría despedido con una escena épica. Como Thelma y Louise, saltando por un barranco a toda velocidad, tal vez la hubiera puesto en las vías de un tren, atada, clamando piedad mientras su amor trata inútilmente de liberarla, o encerrada en un edificio donde se ha colocado una bomba que explotará en diez minutos. Algo sencillo y romántico. Pero dado el carácter serio de lo que escribo, sólo la despido con aplausos, con la gratificación de haber hecho bien su labor y quién sabe, tal vez en una dimensión muy, muy lejana, vuelva yo a encontrarla para recordarle que formó parte de este humilde universo. 

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