Perfiles Psicológicos (Ambiciones de gloria)

- El grupito de atrás – les dijo Donato y allá estaban, Vinicio y Sandra, sentados al lado, abrazados cada uno a un almohadón, muertos de la risa en media reunión laboral.

Nadie le ha dicho todavía a Vinicio, que el bronceado con el que vino de Cartagena, aún no se le iba de la piel, impidiéndole el regresar a su tono natural. Tampoco iba a decírselo yo, porque una mujer puede pecar de cualquier cosa, menos de indiscreción.

Hay gente que ambiciona dinero, propiedades, automóviles último modelo, otros como Vinicio que ambicionan fiestas y diversión, personas como Sandra que ambicionan llegar vivas al próximo cumpleaños y luego, están las gentes como Enrique y Fabián. Esas personas que cargan el carnaval por dentro, que se quedan calladas cuando todos ríen a carcajadas y que ambicionan un amor, tan simple como eso. Una persona que los encuentre y descubra esas imperfecciones que ellos creen ver en sí mismos y que no es otra cosa que la inseguridad de sentirse deseados, el oscurantismo que les produce ese temor a amar incondicionalmente y no ser correspondidos de la misma manera, con la misma fuerza, con la misma desesperación, con la misma necesidad. Pero, porque siempre hay un, pero, cuando esa persona está al frente de nuestras narices, nos da por estornudar. 

Y creo, que es la minoría de la población mundial la que vive ese amor, a lo mucho un uno o dos por ciento, algunos se meten en las iglesias para buscar en los altares lo que no encuentran en el planeta, otros se van por bebidas energéticas para canalizar sus gritos internos; el groso de la población simplemente vive el amor a cómo puede, mal que bien. Los dioses son dioses desde que la humanidad tuvo tantas preguntas sin contestar, que tuvo que buscar algo más, que tampoco se las contesta, pero que es la respuesta para todo.

Lo de la reunión había sido culpa mía, le puse un mensaje a Evangeline, sin recordar que estaba compartiendo la pantalla, de inmediato me entró un mensaje por privado y luego, las disculpas del caso con Donato. – Casi me orino de la risa – me dijo, en medio de mi crisis emocional por el desafortunado dedazo. A Sandra no le había dado tiempo de leerlo, le escribí el contenido por privado y reaccionó riéndose, la verdad es que no lo había hecho con mala intención, a veces, creo que a mí también me pasan factura las ausencias con profesionales que velen mi cordura. De momento, parece que Sandra perdió la idea del matrimonio, impulsada por considerarse una mujer de negocios, papeleos, clientes y dar órdenes: formalmente le propusieron matrimonio y al mejor estilo de Hollywood lo rechazó.

En todo grupo hace falta un cable que una las piezas y creo que Isabel desempeña un poco ese papel, cuando ella está en la oficina, se levanta de su asiento, mira a los escritorios, hace un escrutinio visual y luego con una risa, manda un mensaje a alguno de sus compañeros y une los escritorios en una conversación. También debo felicitar a Amalia, Sandra, Enrique y Fabián, quienes ya se animan a escribirme por privado y cuestionarme sobre mis puntos de vista en las consultas, por privado, puedo ver cosas diferentes.

Nos sentamos a almorzar como de costumbre, Evangeline y yo, cuarto para mediodía, porque a la una de la tarde tenía programada una reunión con la jefatura. Fallé en el intento de calentar primero mi almuerzo en el microondas, y tuve que esperar los cinco minutos que se tarda Evangeline en calentar su comida, porque nunca está lo suficientemente caliente para ella (pobrecitos los hombres).

- Ven, ven cómo son – nos dijo Amalia desde su escritorio – con tal de no almorzar conmigo, almuerzan quince minutos antes de mediodía, mejor me dijeran que no quieren que almuerce con ustedes.

- Pero Amalia, de por sí no estás haciendo nada – le dijo Evangeline sosteniendo la cuchara – venga y almuerza con nosotras.

- No puedo – contestó agachando la cabeza – tengo horario fijo para mis cosas, no puedo desocuparme a cada rato como ustedes.

- Lo importante de estar dentro de la jerarquía – le respondió Evangeline.

- Nosotras, como somos empleadas y no de gerencia, almorzamos antes – me volví para contestarle, mientras mordía un trozo de la carne ahumada que había preparado la noche anterior.

A mediodía se sumó al almuerzo y nos agradeció el gesto que habíamos tenido por esperarla para terminar de almorzar. Fabián me recomendó escuchar “Me enamoro de ti” de David Bisbal, yo le recomendé “Tinta y tiempo” de Jorge Drexler, hay maneras de educarse, musicalmente hablando, y Drexler es una de esas.

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