Perfiles Psicológicos (Pronombre enloquecer, verbo vosotros)

 


-            Mira, aquella muchacha trae un moribundo – el otro sonrió sin entender, mientras miraba a la mujer que venía frente a ellos vistiendo minifalda.

-            ¿Un moribundo?

-            Sí, la falda le queda a dos dedos del paraíso.

 Hubo pasado mucho tiempo desde la última vez que soñé que levitaba, al menos quince años. De ese sueño conozco dos interpretaciones, la primera que dice que estamos en busca de libertad, que necesitamos de momentos felices para nosotros mismos; la segunda, que por ese instante el alma abandona nuestro cuerpo, teniendo esta un tiempo límite para regresar, de lo contrario la perdemos para siempre. Los momentos felices pasaban por mi vida con la misma frecuencia que nevaba en Costa Rica. 

-            Hay cosas que duelen más que madrugar- me dijo Enrique y tiene razón, hay cosas que duelen tanto que nos congelan las articulaciones y nos matan el corazón.

 Vinicio había cumplido veintidós años el fin de semana. Era apenas un muchacho, con la energía de un niño y la madurez de un hombre. Él y Nicolás apenas comenzaban a vivir, por eso lo que hacía Sandra, de querer meterlos en su ritmo de vida, era un crimen. Con Vinicio terminaban los festejos de septiembre y octubre daba la bienvenida con el cumpleaños de Romeo, el mes de Halloween empezaba celebrando la elegancia, la alegría y las buenas vibras que Romeo derrochaba, septiembre terminaba con la juventud y la buena amistad que transmitía Vinicio.

 El Santo Niño de Atocha se había apiadado de Nicolás y lo había alejado de caer en aquel trance familiar donde estaban Vinicio y Sandra, Nicolás tomaba algo de cordura y desistía de la idea de ser yerno de Sandra, aun así, se animó a divertirse el fin de semana y el resultado fue un dedo hinchado en el pie. 

-            El dedo quedó más grande que todo Nicolás – Vinicio no soportaba la risa mientras me enseñaba la fotografía del pie de Nicolás.

 La celebración de Vinicio lo tomó a él bailando y a Sandra, a Sandra lo tomó pidiéndole el contacto de las redes sociales al mesero que los atendía en el lugar, pensando si ser fiel a su nuevo amor o darle la custodia de su cuerpo por un rato al placer mundano que rodeaba el aire.

 Isabel partió hacia Uruguay por una semana, pero como es persona que no cree en los pecados de la carne, no espero noticias jugosas de su parte.

 Pasó lo que tenía que pasar, Paolo y Alfonso eran parte del equipo organizador de la actividad de la semana, tenían unos folders acomodados boca abajo en las mesas y entonces Paolo pasó advirtiendo que nadie volteara aquello. Pero en esta vida siempre hay alguien rebelde y Enrique puso sus manos sobre uno y empezó a voltearlo, cuando Paolo lo miró y volvió a dar la aclaración, Enrique desvió la mirada hacia el cielo y Mateo y yo lo invitamos a moverse de lugar.  Hice equipo con Regina, Enrique y Vinicio. La agilidad matemática y mental de Regina fue sublime y terminamos ganando dos pizzas grandes que degustamos entre los cinco y convidamos a Evangeline, que se sentó con nosotros a la mesa y probó dos pedazos. El bistec de ternero que traía para el almuerzo, lo guardé en la refrigeradora, para comerlo el miércoles.

 Lo confieso, yo ya tenía un buen equipo, gente con la que me sentía a gusto. Este era el mejor momento del equipo, pero le hice caso a Mateo. La semana anterior me pidió que tomara en cuenta a Augusto. Es un chico nuevo, pero con una cantidad desesperada de desvaríos, dichos y palabras atravesadas que cualquier buen loquero se sentiría afortunado de conocer. Aunque no es mi estilo el considerar a alguien con tan poco tiempo, me vi en la necesidad de tomar el caso. Es un tipo único, con una crisis existencial que se desborda por sus poros, una falta de raciocinio sobre la vida y desconfianza en el amor, me recuerda a un personaje de una película, pero en estos momentos no recuerdo cual. Lleva un par de días sentándose junto a Isabel, Evangeline y yo. Justo hoy, estábamos charlando sobre asuntos románticos, cuando Donato se unió a la charla, y aunque no imagino a Donato pecando de esa manera, he de admitir que posee una cátedra en asuntos de léxicos sexuales que espero que no se le contagie a Augusto ni a nadie más. A veces me sorprende el vocabulario de Donato, pero debo tomar en cuenta que esta oficina no sobresale por sus lenguajes tímidos. Amalia y Enrique habían hecho buen uso de su intuición y me hicieron notar las desavenencias mentales de Augusto, la urgencia de tratarlo, ver qué pasa con sus demonios.

 También saltó a la palestra el tema de los signos del zodiaco, su compatibilidad, quién iba más rápido a la cama y quién era de total desconfianza. El abogado es virgo y yo escorpio, debería haber sido al revés, así podría él punzarme y yo entregarle lo que tenga de virginidad.

 No lo recordaba, el abogado me envió una fotografía que debí pasarle en un momento de demasiada desvergüenza que yo no recordaba, me dijo que la guardaba como evidencia de que yo era más suya que mía. ¡Qué pedazo de infeliz!, si no fuera porque me satisface tan bien, estaría planeando mi venganza.

 Me retiro con una frase sobre el amor que es propia de Amalia, pero sirve para hacernos ver a las mujeres aquellas cosas que ocultamos a nuestro corazón: el hombre que enamora a una mujer con poemas, vale su peso en oro.


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